Primera parada, el parque ecológico y mitológico donde fuimos recibidos por el señor ¿Filiberto? (un personaje de Santiago que vino a dar libertad a su creatividad y fantasí

a en esta zona austral). Nos mostró en un recorrido de aprox. una hora otra cara de la isla. Nuestro anfitrión nos narró las principales historias y mitos de Chiloé, mientras nos paseabamos por la llamada selva valdiviana. En este bosque conocimos los personajes más relevantes y curiosos, que han marcado la historia, sobre todo la parte mística de esta maravillosa isla. Entre otros, conocimos al Raton Tilifilo, el nido del cocodrilo (creo no haber sido la única que no tenía idea que existieron cocodrilos en chile...), la viuda, la fiura (derrepente me pregunté que había sucedido con la esposa del caballero...), el Trauco, TenTen Vilu y Cai Cai Vilu, la casa de los brujos (en donde entraba casi todo el curso), la Serpiente voladora (mmh anguilas asesinas..?!), un ternero con cabeza de toro con un solo cuerno, los Dinosaurios, el Paso del Infierno, el Infierno (obviamente no faltó el diablo que estaba cuidando la entrada . O estaba haciendo de portero?), y así vimos muchísimo más. Todas las figuras estaban hechas de raíces con formas curiosas y elaboradas artesanalmente.
Vuelta en el bus recibimos un snack mientras nos dirigimos a Ancud. Primera parada El Museo. Lo prime

ro en apreciar es la tremenda embarcación que esta en el patio del museo, la Goleta Ancud. Junto a ésta habían muchos otros objetos relacionados con la historia de Chiloé, de carácter natural (esqueleto de ballena azul o la piedra agatha) y otros artificiales (un birloche, varias anclas, hornos, etc ). Al bajar una escalera nos encontramos en medio del parque mitológico donde están representadas las principales figuras mitológicas en forma de estatua. En el segundo piso del museo (donde subimos antes de todo lo demás descrito) había una muestra completa de la historia de Chiloé, además de profundizar en ciertos puntos de los sucesos históricos de Ancud.
Después del museo nos fuimos al Fuerte San Antonio, el cual fue el último fuerte español en Chile y el penúltimo en Sudamerica . El profesor Córdova nos contaba que en 1770 fue construido este fuerte y que en 1826 fue tomado por el ejército chileno al mando de Ramon Freire . Esta bahía fue casi imposible de ser tomada debido a su forma, la que permitía que justamente al frente del F

uerte San Antonio se pudiera ubicar otro fuerte, y éstos en conjunto vigilaban la entrada de la bahía. Así permanecieron las tropas realistas en la isla de Chiloé hasta ser expulsadas definitivamente. Aparte de todo el significado histórico de este fuerte, éste brinda una espectacular vista sobre la bahía de Ancud.
Al final fuimos al mercado de Ancud, donde disfrutamos del colorido ajedreo (además de jugar ajedrez y perder) y de los exquisitos chapaleles que muchos compañeros prob

aron. De cerca pudimos observar como todavía se usa la medida de almud en el día a día del comercio insular, además de ver variados productos típicos, como el ajo chilote, y otros no tan típicos, como un tiburón pescado por pescadores artesanos y puesto en exposición sobre hielo.
De nuevo en nuestros asientos, seguimos rumbo a Dalcahue. Mientras la gran mayoría dormía el profesor se entretenía en pintarnos con rouge (me imagino que era de la profesora...), algunos se despertaron de malas ganas, otros ni siquiera se dieron cuenta.
Dalcahue. Un pueblito bien pintoresco pero con muy poca vida, apenas había gente en la calle y sin embargo parece que vimos gran parte de la población... en este lugar tuvimos tiempo para comer, explorar y comprar. Algunos entraron directo a la cocinería que estaba a 30 mts de donde nos dejó el bus, evidentemente muertos de hambre; los profesores se dirigieron a un restaurante al lado del mercado y los demás salimos a conocer el entorno, el cual estaba muy marcado por la cultura pesquera, como toda la isla. Al caminar un poco nos encontramos con la Iglesia de Dalcahue que se encontraba a un costado de la plaza. Esta sigue una línea arquitectónica (patrón) que marca todas las Iglesias de Chiloé.
Después de haber satisfecho nuestro instinto consumidor nos ubicamos en nuestros puestos para arribar después de 25 min. en la capital insular, Castro.
El bus se estacionó justo al lado del museo de castro, el cual tenía una muestra de objetos típicos de la isla y en cierto modo también de la colon

ización. Entre otros pudimos ver partes de una prensa para hacer chicha, varios rumbeles, acordeón a botones, máquinas para la mezcla de granos, fotografías, etc. Aquí se separó el curso (teníamos una hora y media a nuestra disposición). Algunos fueron a almorzar, otros se dirigieron a explorar la costanera, también estaban los que quisieron conocer la iglesia de Castro (una obra arquitectónica bellísima), pero lamentablemente se estaba realizando un funeral en ella. El mercado se caracterizó por la cantidad de faldas, chalecos, chompas, gorros, calcetines y mucho más productos hechos de lana de oveja en todos los colores imaginables. Había artesanía para todos los gustos, desde cosas típicas de Chiloé hasta chalecos que parecían ser más del altiplano...
Quedamos en juntarnos a las 16.45 hrs. en el mercado para tomar el bus, pero todo el grupo tuvo que esperar porque algunas personitas se habían atrasado por 15 minutos...bueno, finalmente logramos partir hacia Chonchi. Durante el viaje a Chonchi pasamos por Nercón pudiendo observar la punta de la famosa Iglesia de Nercón. Yendo a Chonchi fuimos acompañados por la presencia de dos gigantes, el volcán Michimahuida y el cerro Pirámide (por lo que parece). Gracias a que las condiciones climáticas nos favorecieron durante toda la salida tuvimos una espectacular vista sobre la Cordillera de los Andes.
En Chonchi, l

a ciudad de tres pisos, nos bajamos en el tercer piso para bajar hacia la costanera, donde nos encontramos con la estatua de Arturo Prat, el cual entre comillas fue confundido con Bernardo O'Higgins... Un poquito más allá estaba la futura feria artesanal o mercado municipal (no estaba especificado). Subimos hasta el último piso, teniendo una vista completa sobre toda la bahía de Chonchi, la cual a diferencia de Dalcahue no tenía ningún cultivo de mariscos o pesqueras. Regresando al bus (que se mantenía en el tercer piso) desde el primer piso contribuimos a nuestra condición física sintiendo en vivo lo que significaba ser chonchino. Una vez llegados arriba nos informó el chofer que el curso se había reunido en el primer piso...sin mayor comentario esperamos a que nos pasaran a buscar para emprender el viaje a casa, el cual, por lo demás fue bastante movido, sobre todo al cruzar el canal de Chacao.